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Leche importada de Bolivia. Foto tomada en almacén Makro, Bogotá.Aún con la resaca de las festividades de fin de año, el sector agropecuario del país sigue sacudido por las importaciones masivas de alimentos. Compras que van en detrimento de los productores locales, derivadas de los tratados de libre comercio (TLC), que en su momento se les vendió a los colombianos como ‘la salvación’ e ‘internacionalización de la economía’.

En ese entonces, cualquier queja contra este tipo de negociaciones era catalogada como ‘saboteo de parte de los enemigos del país’ (en la época no había ‘Castro-Chavismo’), pero hoy las consecuencias están a la vista de todos. Basta con ver las cifras de importaciones de alimentos que reporta mensualmente el DANE para saber hasta dónde nos han llevado esos famosos TLC.

Con guayabo terciario a bordo, el año inicia con protestas por parte de los productores de leche, representados por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), gremio que convocó a sus afiliados para que hoy lunes hagan sentir su grito de protesta ante las importaciones de leche. El plantón será, a las cuatro de la tarde, en la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena, ubicada en el barrio Manga.

La situación es sencilla: una finca produce 10 litros diarios de leche, la mitad se procesa, empaca y vende en el pueblo. El resto se destina a fabricar artesanalmente todo tipo de derivados lácteos o venderla a intermediarios ‘cruderos’ que, a su vez, la venden en muchos sitios o casa por casa, algo prohibido y que se legisló desde 1983.

Algunas veces, en el proceso, cuando la cantidad de leche sobrepasa su capacidad artesanal, el finquero termina dándola para que tomen los terneros o finalmente se bota en los potreros o alcantarillas.

Estos procesos, gracias a los TLC, causaron un efecto que no deja de ser particular: el finquero compra leche en el mercado internacional, mucho más barata que la que produce en su terreno, pero además subsidiada, por lo que decide comprarla así vaya en detrimento de lo que su misma finca produce.

¡Así es Colombia!, eso sucede aquí. Por eso hoy, los ganaderos afiliados a Fedegán van a protestar. En las cuentas del gremio, con cifras al detal de la producción ganadera local del año 2020, el país produjo un total de 7.400 millones de litros de leche, de los cuales 3.100 millones, algo menos de la mitad, fueron comprados por la industria.

Sin embargo, y pese a que al país le sobra leche ‘hasta para botar por las alcantarillas’, la industria no ha dejado de sacar provecho a los TLC en beneficio propio, importando la cantidad que quiera. Hay que imaginar cómo será de bueno este negocio que, ni con dólar tasado a $4.000 pesos colombianos, cesan tales compras internacionales que, con lógica evidencia, van en detrimento de los ingresos de los ganaderos locales.

El discurso de los industriales de la leche está sustentado en que no hay leche y por eso la importan. Que su capacidad está al tope, razón por lo cual no pueden incrementar su volumen de compra. Sin embargo, sí exigen a los colombianos ‘estrictos controles de calidad’ en sus compras y ni se diga sobre las formas de pago. En resumen, ¡toda una dictadura!

Si se quieren cifras que pueden hacer llorar a más de uno, y descubrir los ‘beneficios’ que trajeron a la economía colombiana los TLC, basta mencionar que por las 255.000 toneladas de leche que se importaron en la última década se pagaron US$750 millones. El monto, que podría estar en manos de los lecheros colombianos, va en cambio a los grandes comercializadores de alimentos.

¡Buen negocio para la industria láctea, una desgracia para los lecheros colombianos!

¡Gracias TLC!

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