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Los problemas fiscales del Gobierno se generan como consecuencia de gastar más de lo que se recibe. Aumentar los impuestos y emitir deuda han sido las recetas tradicionales para afrontar este problema. Sin embargo, no hemos aplicado la mejor fórmula: un cambio radical en el modelo político y de participación ciudadana.

Regalos para Colombia

 

Recuerdo que cuando tenía 6 años le pedí al Niño Dios las tortugas ninja (Leonardo, Rafael, Donatello y Miguel Ángel). Mi deseo fue atendido de la forma más precisa y completa posible, pero soy consciente de que en otras ocasiones nuestras aspiraciones no son cubiertas. En un contexto más amplio, creo que el Gobierno es la versión colectiva del Niño Dios. Pedimos, pedimos y pedimos, y a veces se nos olvida que las cosas necesitan de un esfuerzo para ser creadas. Ese dar y recibir lo veo reflejado, por ejemplo, en los impuestos y gastos gubernamentales.

Los ingresos del Gobierno provienen de muchas fuentes, como del impuesto a la renta y del impuesto al valor agregado (IVA), mientras que los gastos se originan principalmente en los pagos a la seguridad social (pensiones), educación y salud. Una forma de entender el balance fiscal consiste en visualizar una persona cuyo gasto es de $100 cada año y recibe ingresos variables dependiendo de las ventas de su empresa. Al dividir los ingresos entre los gastos se puede conocer la cobertura financiera. En el caso del Gobierno colombiano hacen falta ingresos, puesto que el indicador siempre se encuentra por debajo del 100%.

 

“Al dividir los ingresos entre los gastos se puede conocer la cobertura financiera. En el caso del Gobierno colombiano hacen falta ingresos, puesto que el indicador siempre se encuentra por debajo del 100%”.

 

Pero veamos el histórico: en 1993, en Colombia se cubrían todos los egresos; sin embargo, en 1999 se tocó fondo y los impuestos alcanzaron a pagar el 62% de los gastos, convirtiéndose en el periodo más difícil de la crisis económica de finales del siglo XX. A partir del 2000, la economía colombiana se recuperó, y con algunos altibajos el indicador de cobertura pasó del 70% al 87%, en 2014.

La diferencia entre ingresos y gastos debe cubrirse con deuda. Piense en las veces en que un consumidor pasa la tarjeta de crédito y calcula cuánto debería ganar para pagar sus créditos. Entre 1996 y 2002 la razón deuda sobre ingresos del Gobierno aumentó de 1,22 a 3,4 veces, lo cual significa que debía triplicar su recaudo si quería pagar todas sus obligaciones (en ese tiempo, la TRM se incrementó de $1.005 por dólar a $2.865 por dólar, probablemente por el exceso de deuda pública). El proceso contrario ocurrió de 2003 a 2014, momento en el cual el indicador se redujo a 2,3.

Para evitar el exceso de endeudamiento, se pueden subir los impuestos o reducir el gasto, y aunque ambas ideas son bastante impopulares, es más polémico disminuir los segundos (¡vaya uno a decirle al Niño Dios que le traiga menos regalos!). Entonces, se tiene la posibilidad de aumentar el recaudo fiscal al ampliar la base gravable y/o aumentar los impuestos existentes. En lo personal, considero más importante gravar lo que no paga impuestos. Las actividades informales, por ejemplo, representan cerca del 37,3% del Producto Interno Bruto, y aunque son una fuente interesante de ingresos su recaudo es extremadamente arduo. Una historia similar ocurre con la eliminación de exenciones, gracias a las cuales se conseguirían 22% de ingresos adicionales, logrando cerrar la brecha entre ingresos y gastos (El Espectador, 2017).

El Niño Dios colombiano enfrenta aprietos económicos, y a pesar de las alternativas planteadas se podría pensar en un Niño Dios más democrático; un Niño Dios que tenga unas reglas que le permitan leer las cartas de todos sus ciudadanos. En ese sentido, creo que la solución se encuentra en un cambio radical a nivel político, especialmente en la forma de escoger gobernantes y de asumir el control ciudadano. Citemos un caso concreto: las elecciones presidenciales; si bien no hay gran restricción para la postulación, en el fondo únicamente tienen oportunidad quienes poseen poder político o recursos económicos para hacerse notar.

 

“El Niño Dios colombiano enfrenta aprietos económicos, y a pesar de las alternativas de aumento de impuestos o reducción de gastos (inversión), se podría pensar en un Niño Dios más democrático, uno que tenga unas reglas que le permitan leer las cartas de todos sus ciudadanos”.

 

Mi pregunta es: ¿existe otro mecanismo que permita nivelar a los candidatos? Considero que Internet es un buen punto de partida. En primera instancia, se deberían presentar todos los interesados junto con una pequeña propuesta de campaña. Posteriormente, se realizarían votaciones con todos los postulados, y los 50 ciudadanos con mayor número de votos avanzarían a la siguiente ronda.

En la segunda fase se realizarían las elecciones tradicionales, con tarjetón electoral, y avanzarían a la tercera etapa los tres candidatos con mayor votación; finalmente, entre estos se escogería el presidente, por mayoría simple (cabe aclarar que en todas las fases debería prohibirse cualquier tipo de publicidad o financiamiento directo e indirecto).

En cuanto al control ciudadano, propondría que se realice a la mitad del periodo presidencial y que se convoque a un referendo para aprobar o desaprobar la gestión del mandatario. En caso de rechazar al presidente, este se reemplazaría por quien ocupó la segunda posición en las elecciones.

Debo reconocer que todavía pienso en el Niño Dios, no como un ente externo que nos da cosas sino como un ser que cada uno construye poco a poco con las acciones cotidianas. Creo que la contribución más importante la realizamos cuando nos involucramos e interesamos en asuntos comunes, no desde las palabras sino desde las acciones que conduzcan al crecimiento del colectivo, a costa de ceder un poco en los intereses individuales. ¡Al pedir un regalo más pequeño, dejo más campo para que el Niño Dios pueda ajustar sus cuentas y conseguir más obsequios para todos!

 

Camilo Vargas
Profesor Facultad de Administración, Finanzas y Ciencias Económicas
Universidad Ean

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