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¿Por qué es importante el liderazgo ético?

En el 2017, la Asociación Alto a la Obsolescencia Programada, denunció a la empresa Epson por el delito de obsolescencia programada. Los expertos de esta organización encontraron que los cartuchos de tinta del gigante de impresoras indicaban que estaban vacíos, aunque tenían 20 % de tinta. No es el único caso, desde la acusación de Nike por trabajo infantil, hasta el tristemente célebre caso Enron. ¿Qué tienen en común todos estos casos? Un liderazgo reñido con las normas éticas.

En nuestra región también se dan prácticas no éticas en la empresa como el caso Furukawa en Ecuador. Los trabajadores de esta empresa se encontraban en condiciones deplorables y con salarios de explotación. El caso saltó a los medios y la empresa tuvo que pedir disculpas, aunque el daño estaba hecho. Lo lamentable es que no es el único caso, aunque muchas de estas prácticas van a quedar solo en la memoria de las víctimas.

Una manera de reaccionar es repensar el rol de las empresas y de los líderes que toman decisiones. En esa línea, el liderazgo ético ha ganado reconocimiento y atención. A medida que las empresas se esfuerzan por construir una cultura organizacional sólida y sostenible, se ha vuelto evidente que la ética desempeña un papel fundamental en el éxito a largo plazo. Uno de los esfuerzos más visibles es la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Aunque, al parecer, no es suficiente como lo demuestran los casos presentados en el párrafo inicial de este artículo.

¿Qué es el liderazgo ético?

Según Adela Cortina (1994), la ética “es un tipo de saber de los que pretende orientar la acción humana en un sentido racional; es decir, pretende que obremos racionalmente”. Es decir, es la prudencia y la toma de decisiones moralmente justas: “el respeto de los derechos humanos desde una moral crítica”. En ese sentido, el liderazgo ético implica la toma de decisiones y la conducción de acciones basadas en principios y valores morales sólidos.

Los líderes éticos no solo se adhieren a estos altos estándares de conducta personal, sino que también inspiran a otros a hacer lo correcto y actuar de manera ética en todas las situaciones. La mayoría de definiciones modernas de liderazgo hacen referencia a la capacidad de influir sobre los demás, en este caso los líderes promueven la transparencia, la honestidad y la responsabilidad, creando un ambiente de confianza e integridad a través de sus propias acciones.

De hecho, es lo que se propone en los principios de la RSC. El problema radica en que esta forma de conducir las organizaciones no es adoptada masivamente, muchas veces, por una mala concepción sobre la naturaleza de este enfoque. Según un reporte de la CEPAL sobre el tema, muchos de los problemas para la adopción de RSC es que se piensa en esta como filantropía, con lo cual, se convierte en una actividad que se cree que es solo para empresas con una gruesa chequera.

Totalmente contraria a esta concepción filantrópica, se puede entender la RSC como una estrategia consciente del impacto que tiene la empresa en su entorno, por lo tanto, puede adoptarse, incluso, desde pequeños emprendimientos familiares hasta grandes multinacionales. Lo que estoy proponiendo es adoptar el enfoque ético en los negocios, no como burocracia para quedar bien con las ONG o entidades de Gobierno, sino como parte constitutiva de la promesa de valor.

Por ejemplo, un emprendedor puede construir su promesa de valor a partir de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas para orientar sus capacidades productivas no solo a la creación de valor económico, sino social. Una pequeña empresa puede crear marcos de relación basada en el respeto a la integridad humana. Una pequeña empresa de bebidas naturales puede utilizar envases reciclables convierte a este factor en una promesa de valor para diferenciarse en el mercado.

En resumen, un líder ético va a guiar sus acciones, siempre pensando en su contexto y la forma de mejorarlo, no se guía solamente por el afán de lucro, sino por dejar un legado que vaya más allá del simple interés individual.

¿Cómo impacta el liderazgo ético en la cultura organizacional?

El impacto es profundo. Los líderes éticos establecen el tono para el comportamiento de toda la organización y crean un entorno donde estas conductas son valoradas y respaldadas. Siguiendo la ética del discurso que propone Cortina, un líder puede empezar por promover el respeto mutuo, el diálogo abierto y la inclusión de todas las voces en la toma de decisiones. Esta búsqueda conjunta de la verdad y la justicia, a través del intercambio de argumentos racionales y respetuosos, lleva a prácticas, productos o servicios que se construyen sobre un amplio tejido conversacional, que incluye a la propia sociedad.

Una cultura organizacional ética contribuye a la atracción y retención de talento, ya que los profesionales buscan organizaciones que compartan sus valores. Varios estudios han demostrado que las empresas lideradas éticamente experimentan mayores niveles de satisfacción y compromiso de los empleados, lo que se traduce en un mejor desempeño individual y colectivo. Asimismo, estas organizaciones suelen disfrutar de una mayor reputación, lo que fortalece las relaciones con los clientes, los socios comerciales y la comunidad en general.

Prácticas del liderazgo ético

Linda K. Treviño y David L. Brown son dos reconocidos autores y expertos en el campo del liderazgo ético. A través de su investigación y publicaciones, han arrojado luz sobre los principios y las prácticas, proporcionando valiosas perspectivas y recomendaciones para los líderes y las organizaciones. Según estos autores, la implementación efectiva del liderazgo requiere una combinación de valores sólidos, toma de decisiones fundamentada en principios y acciones coherentes con los estándares éticos establecidos. Los líderes pueden fomentar este estilo de liderazgo al comunicar claramente los valores organizacionales que sostienen su promesa de valor y establecer expectativas claras de comportamiento ético.

El éxito y la sostenibilidad de las organizaciones depende en cierta medida de la adopción de nuevas formas de hacer empresa. A través de la práctica del liderazgo ético, las empresas pueden construir una propuesta de valor diferenciadora, una cultura organizacional sólida, promover la confianza, el compromiso de los empleados y aportar para co-crear un mundo mejor.

10 consejos para empezar a aplicar el liderazgo ético

  1. Transparencia: Los líderes éticos se esfuerzan por ser transparentes en sus acciones y decisiones. Evitan la opacidad y la falta de información relevante.
  2. Honestidad: La honestidad es la base de todas sus interacciones. Son sinceros y veraces en su comunicación.
  3. Integridad: Se adhieren a principios y valores sólidos. Mantienen la coherencia entre sus palabras y acciones.
  4. Responsabilidad: Asumen la responsabilidad de sus acciones y decisiones. Reconocen y corrigen los errores cuando es necesario.
  5. Equidad: Tratan a todas las personas de manera justa y equitativa. Evitan cualquier forma de discriminación o favoritismo.
  6. Respeto: Muestran respeto hacia todas las personas con las que interactúan. Valoran la diversidad y promueven un ambiente inclusivo.
  7. Empatía: Tienen la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Muestran comprensión y consideración hacia las necesidades y perspectivas de los demás.
  8. Promoción del bienestar: Se preocupan por el bienestar de sus empleados, clientes y otras partes interesadas. Busca crear un entorno saludable y propicio para el crecimiento personal y profesional.
  9. Cumplimiento de las leyes y regulaciones: Se aseguran de cumplir con todas las leyes y regulaciones aplicables en su industria. Evitan cualquier comportamiento ilegal o antiético.
  10. Sostenibilidad: Los líderes éticos tienen en cuenta el impacto a largo plazo de sus decisiones y acciones en el medio ambiente y la sociedad. Promueven prácticas empresariales sostenibles y responsables.

Oswaldo Toscano

Referencias

Cortina, Adela (1994), Ética de la empresa: Claves para una nueva cultura empresarial. Editorial Trota. Madrid

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