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(CHICAGO, Estados Unidos)


Hace algun tiempo, me encontraba en una sala de mi antigua oficina en el centro de Chicago departiendo un receso con un grupo  de colegas, y la clásica pregunta “rompe hielo” surgió: “¿Julio, profesionalmente donde quisieras estar en unos 6 años?” Mi parte emprendedora tomo el control y respondió sin  dudar: “Bueno, a grandes rasgos, me gustaría tener un poco más de experiencia en la vida corporativa de Estados Unidos, hacer mi MBA y luego empezar algun emprendimiento con proyección global manejando gran parte del proceso desde Latinoamérica”.

Hubo un silencio de unos cuantos segundos; las miradas denotaban una extraña mezcla de sorpresa, incredulidad, risa y hasta un sutil grado de envidia. Al unísono me dijeron: “No, ya en serio” (¿?). La situación puede sonar un poco salida de lo extraordinario. Pero analizando un poco más a la audiencia a la que le comuniqué mi “futuro”, sus reacciones no fueron tan descabelladas.


Estados Unidos es un país en donde gran parte del desarrollo económico se debe a la Pequeña y Mediana Empresa. Por tal motivo el emprendedor siempre ha sido un agente fundamental de la innovación, acelerador de los procesos de cambios estructurales en la economía y reformador del status quo de empresas establecidas; lo cual indirectamente ha aportado significativamente a la productividad y competitividad tanto nacional como global.


El país desde el comienzo de su historia ha tenido, por esencia, al espíritu emprendedor como motor y fuerza de su bonanza; jamás sería mi intención desmerecer el sitial del “Entrepreneur” estadounidense en la historia humana. La única diferencia es que hoy en día el emprendimiento sigue siendo una opción, y no una de las pocas vías (por no decir la única) para una independencia económica sustentable.


Revisando los datos del 2008 del U.S. Census Bureau; la mediana del ingreso para un profesional con educación superior en Estados Unidos sobrepasa los $50,000 al año y en una familia de ambos miembros con niveles de estudios universitarios la mediana sobrepasa los $73,000. Con un buen plan de retiro (401K), un aceptable nivel de gasto/ahorro a lo largo de la vida laboral, una diversificación optima del portafolio familiar, inversiones en bienes raíces, y varias herramientas financieras la palabra “retirement” sigue siendo la luz al final del túnel del profesional asalariado.


¿Por qué arriesgar ese nivel de pseudo confort y estabilidad, el riesgo a dejar a un lado tu vertiginoso ascenso en la “corporate ladder”, tu reputación?  ¿Es sensato acaso, tirar todo por la borda, hipotecar tú futuro y el de tú familia por seguir la idea de emprender? El nivel de aceptación social al emprendimiento en países del llamado primer mundo, dista mucho de parámetros aceptables. De acuerdo al Programa de Monitoreo Global de Emprendimiento (GEM por sus siglas en ingles), un proyecto de la Universidad de Londres y Babson College de Estados Unidos, entre más alto es el nivel de vida u oportunidades dentro de un país, la tasa de emprendimientos per cápita será menor.


Aunque este 2009 definitivamente moldeará percepciones. Aún luego del paso de esta recesión tan sonada, y con una tasa del desempleo escalando a niveles alarmantes (9.8% en el reporte de Octubre del U.S. Department of Labor), el pronóstico u opciones para los profesionales sigue siendo promisoria. Cuesta arriba, extremadamente competitiva, complicada y en algunas industrias hasta angustiante, pero alentadoras en el largo plazo.  De acorde a un estudio publicado por Businessweek en una de sus últimas ediciones, en el año 2007, 84.4% de los recién graduados universitarios de entre 22 a 27 años tenían trabajos, un par de puntos porcentuales menos que los 86.8% graduados universitarios de entre 28 a 50 años que poseían un trabajo estable. En la actualidad la diferencia entre los dos grupos casi se ha duplicado.


Este “vacio” laboral, tendrá una repercusión marcada en las generaciones salientes. Carencia de dinamismo joven en las industrias, competencia inter generacional marcada,  un impacto social lejos de ser cuantificable en estos momentos y una centena de puntos adicionales. Aunque esto definitivamente es material para otro artículo.


Dentro del estudio GEM 2008, destaca un índice en particular, la Actividad Emprendedora Temprana (TEA por sus siglas en ingles), este índice mide a los países con mayor número de emprendimientos. Colombia ocupa el 3 lugar a nivel mundial con el 25%, sólo por debajo de Bolivia (30%) y Perú (26%); Ecuador completa el grupo Andino ocupando un sexto puesto con un 17% de la población nacional involucrada en emprendimientos.


El tener una elevada tasa de emprendimientos no significa que estas actividades, en su mayoría,  sean de alto impacto, perdurables o que tengan posibilidades latentes de moldear las economías nacionales. Un caso aparte merece Chile, este país no posee una alta tasa de emprendimientos, pero la gran mayoría pertenece a actividades de alto retorno y con un enfoque de productos/servicios con un alto valor agregado. Sea como fuese, lo que sí es seguro es que en nuestros países la aceptación al riesgo de emprender es bastante favorable.


 En su gran mayoría nuestros mercados están plagados de problemas, marcos institucionales endebles, regulaciones inexistentes y otros elementos burocráticos asociados a la ineficiencia y emprendimientos de corta vida. Aunque de ninguna manera esto afecte la creatividad latinoamericana, el acceso a elementos y recursos únicos a nivel mundial lo cual convierten a la región en un centro con un potencial emprendedor incalculable. El correcto análisis previo de las ideas a emprender  y un delineamiento efectivo de estrategias enfocadas a nichos locales o internacionales son elementos que podrían cambiar la realidad de muchas PYMES latinoamericanas.


Tomando todo esto en consideración, creo que si el escenario que presenté a mis colegas en Chicago lo hubiese hecho a un grupo de amigos en alguna ciudad como Cali, Guayaquil o São Paulo, las posibles respuestas serian (en un gran porcentaje) de admiración, intriga, apoyo y curiosidad. Aunque quien quita que si la próxima vez que lance comentarios “atípicos”  sobre perspectivas profesionales en alguna sala de juntas norteamericana, mi audiencia será un poco más receptiva.
 


 

 


jsilva@u.northwestern.edu


Twitter: @negrulio

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