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Te llega una cuenta de administración con un incremento anual de el triple del costo de vida, o te llega una cuenta de energía diez veces el valor normal, o recibes una cuenta de agua por 15 veces lo usual, o te bloquean la tarjeta de crédito porque aparece que has hecho muchos consumos el día anterior por muchas veces tu uso normal mensual, o te notifican que acaban de embargar la cuenta de tu esposo sin razón alguna, o te llaman del colegio de tu hija para informarte que hay que llevarla al hospital porque se fracturó un brazo.

Tu jefe requiere un reporte urgente para mañana y te avisa a las 9 de la noche, o el gobierno decreta que no puedes salir de tu casa a causa de una condición externa de alto riesgo de seguridad o para la salud, o a tu esposa le terminaron el contrato de trabajo, o se fue la luz en tu casa y has quedado sin internet y a oscuras para concluir una videollamada, o han cortado el suministro de agua por un daño grave en tu barrio y has quedado sin poderte bañar, tiembla fuerte y estas en un piso 25,

Te sorprenden con el anuncio de un ascenso en el trabajo, llegas a casa y tu esposa te comenta que está embarazada, Te llaman de un Head Hunter a confirmar que has sido el ganador de un proceso de selección, miras el billete de lotería y te ganaste el premio mayor, no pudimos ver el partido y nuestro equipo ganó, nuestro hijo nos acaba de participar que se ganó una beca para estudiar en una gran universidad…Etc.

Las anteriores son condiciones normales que trae la vida y seguro Ustedes ha recordado muchísimas más con su lectura. Todos los días suceden o se presentan sorpresas que alteran nuestra paz y que son ajenas a nuestro actuar o están fuera de nuestro control. Esas sorpresas terminan cambiando nuestras prioridades y en cierta forma desordenando drásticamente nuestro día y nuestros planes. Para bien o para mal.

Es cierto, la vida es sorpresa tras sorpresa tras sorpresa, a diario.

¿Qué hacer, aparte de tomar conciencia respecto a la espontaneidad con la que aparecen los cambios y las sorpresas en nuestras vidas y asimilar las noticias? ¿Aceptar lo inevitable, porque así es?

Nada sacamos con ofuscarnos o asustarnos o gritar o llorar o maldecir o refugiarnos en temas como el licor o en aislarnos y no hablar, aparte de usar una de esas válvulas para bajar la presión o para enfriar nuestra mente, si la sorpresa fue desagradable o dura o impactante. Hay que aterrizar en qué situación quedamos y qué podemos hacer al respecto para salir adelante, actuar y pasar la página lo más pronto posible, cuando la sorpresa ha sido de impacto negativo.

Si la sorpresa fue buena hay que disfrutarla y de igual manera dosificar la emoción tanto como podamos para así sacarle buen partido, alargando la celebración y la alegría para que nos dure lo que más podamos el sabor a triunfo. Goza al máximo los éxitos. Aprende de tus logros para que puedas repetir en otros escenarios el método que te llevó a conseguirlos

Si la sorpresa no fue buena hay que enfrentar el reto que trae y ponerse en la tarea de resolver. Si llegamos a necesitar ayuda hay que pedirla o buscarla y usarla, pero es claro que hay que resolver a la mayor brevedad para llegar a un terreno razonablemente estable o de tranquilidad.

La capacidad de asimilación de las sorpresas y nuestra acertada respuesta a ellas es, en cierta medida,  una muestra de capacidad de adaptación, madurez, sensatez e inteligencia frente a los acontecimientos de la vida. En las sorpresas malas como en las buenas la recomendación es buscar estar acompañados para que la celebración sea buena o para que lo malo tenga el apoyo de otras personas que aporten ayudas y opciones de salida o manejo. Aunque está en nuestras manos resolver que hacer o cómo reaccionar frente a lo bueno o lo malo, siempre es mejor compartir con otros para enriquecer las acciones o las decisiones.

Sea cual sea la sorpresa que te da la vida, comparte y celebra, o acepta el reto, analiza, decide y resuelve apoyado en expertos.

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