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¿Cuantas veces nos hemos metido en problemas por comunicar algo que no debíamos o  por no guardar una información como se debe?

¿Cuantas veces nos hemos arrepentido de haber dicho algo que terminó ocasionando un daño a alguien o se nos devolvió y nos hizo daño a nosotros mismos?

¿Cuantas veces hemos visto a otras personas complicarse la vida por decir más de la cuenta?

¿Cuantas veces hemos terminado agredidos verbal o psicológicamente o salimos regañados por dar una inocente respuesta en la casa o en la oficina?

Buena parte del éxito está en mantener la boca cerrada

Por otro lado, el silencio bien administrado ante agresiones o comentarios pesados o preguntas comprometedoras es un método de defensa poderoso y a la vez un arma que permite combatir sin pelear o sin maltratar o salir maltratado.

El guardar o permanecer en silencio, es un derecho que todos tenemos y podemos usar, sabiendo reforzar con la mirada o quitándola o administrando el tiempo para contestar que en algunos casos puede ser nunca.

Yo he visto muchas veces usar esa herramienta del silencio con éxito sorprendente y yo mismo he tenido la oportunidad de usarla y les cuento que definitivamente es grandiosa.

Algunas personas suelen decir que para pelear se necesitan dos. Con eso quieren decir que si no se responde, hasta allí llega el asunto.

Hay gente que se la pasa buscando peleas verbales, otras personas buscan hacer quedar mal a cualquiera o le ponen trampas comunicacionales para que caiga, otras personas se deleitan y gozan haciendo pasar un mal rato a los demás. Todas las anteriores, si no encuentran respuesta, pierden fuerza en sus argumentos y con el tiempo pierden el interés.

La típica y famosa frase casera que asusta al gremio masculino es “Tenemos que hablar”, donde todos sabemos lo que puede pasar.

Para dar otro ejemplo en otro escenario entre amigas o compañeras de trabajo o de estudio, puede ser una simple frase como ¿Te has engordado, verdad?

Una famosa entre los hombres es mostrar que se es superior y se tiene el control diciéndole al amigo o compañero una mentira sobre la chica que le gusta, indicando que ha estado en la cama con alguien conocido o con él que hace el comentario y así acabar con la ilusión o dañar los planes o poner la barrera para que no se meta en el plan que ese otro tiene con la chica. Una acción parecida es contar delante de la chica prospecto del amigo algún defecto peligroso para así sacarlo del camino al generar desconfianza en la chica. Son trucos para sacar del medio al posible adversario.

Las más duras son las críticas destructivas de la autoestima como “Tu eres negado para esto” o más directo “Eres bruto o torpe o lento”.

Al guardar silencio, uno está enviando un mensaje que puede ser “Eso no es conmigo o eso me rueda, puedes decir lo que quieras que no me afecta o simplemente no me interesa tu comentario o tu reto o tu matoneo, me tienen sin cuidado y nada me hiere o molesta o incomoda”

El silencio permite no engancharse en una conversación que puede terminar mal y a la vez permite ganar tiempo para pensar y planear, si es que algún día queremos responder.

Mantener la boca cerrada sirve para evitar que personas ajenas puedan enterarse de las propiedades o de los planes o de las debilidades o de los gustos o de los familiares o de los amigos que uno puede tener y con esa información luego puedan hacernos daño vendiéndola o entregándola a gente mala que puede dañarnos más adelante por interés indebido o para extorsionar o secuestrar  o robar. Hay gente especializada en grabar en sus mentes o en sus celulares la información que uno suministra y luego cuando lo estiman conveniente la usan en nuestra conta o a su favor.

Muchos negocios importantes se han perdido porque alguien mencionó la oportunidad que estaba a punto de cerrar y el que escuchó resultó ser muy amigo de los competidores y les pasó la información.

No en vano existe un viejo adagio que dice “El pez muere por la boca”

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