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¿Cuántos golpes duros hemos recibido en la vida? Pérdidas de familiares directos o muy cercanos, pérdidas económicas, traiciones de amigos, parejas o familiares, pérdidas de empleos, pérdidas de negocios, pérdidas de órganos, salud deficitaria, pérdidas en competencias, pérdidas de bienes, pérdida de la dignidad, pérdida de autoconfianza…

Todos los días tenemos que enfrentar sorpresas de todos los estilos, sabores y corrientes.

Sorpresas en la familia, en la empresa, en el país, en el clima, en el mundo, en la economía, en la seguridad, en los servicios, en el gobierno, en el barrio, en los amigos, en todo lado, en nuestro organismo…

La pregunta que nos llega a la cabeza es ¿qué hacer frente a todos los cambios y retos que nos llegan a diario y especialmente frente a los que nos cambian drásticamente lo que estábamos haciendo o lo que teníamos planeado y generan una gran turbulencia en nuestras vidas y nos sacar de la ruta?

 

La respuesta no es sencilla, pero puede resumirse en aceptar la situación o el hecho y después de buscar enfriarse o serenarse, pensar respirando profundo y así buscar la mejor manera de enfrentar el reto para darle manejo y lograr resolver o minimizar el impacto, bien sea consiguiendo consejo o  apoyos de terceros, si es que no podemos hacerlo solos. A veces hay que «comprar tiempo» en medio de la urgencia… Cualquier minuto a favor es valioso y puede significar la posibilidad de un final feliz o por lo menos acercarse a una solución razonable.

 

Hay veces que no logramos encontrar el camino y no queda otro remedio que aceptar la enseñanza qué nos trae la vida o nos regala el universo. Eso duele mucho. Sea cual sea la situación y el final, siempre debemos agradecer, aprender y a pesar de todo, sonreir para seguir nuestro camino, levantándonos lo más pronto posible si es que hemos caido y hemos quedado literalmente en el pavimento.

 

Finalmente vamos a necesitar paciencia y valentía para recuperamos, si es qe el golpe ha sido fuerte y no logramos encontrar la solución o la salida. Si logramos salir adelante, conviene analizar lo que nos llevó a tener éxito y celebrar de igual manera, aprendiendo, agradeciendo y sonriendo, después de curar las heridas que nos haya dejado en el corazón o en la mente el suceso.

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