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Las tormentas en la vida personal, en las empresas, en las organizaciones, en las ciudades o en los países, aparecen con frecuencia y suelen ser devastadoras muchas de ellas.

Si te agarra una tormenta y vas en un avión, lo más probables es que tengas que esquivarla desviando el rumbo para rodearla y no dejarte golpear por ella, si  vas en un barco, lo mejor es huir de ella porque enfrentarla puede ser fatal y no tienes como refugiarte, si estas fuera de casa y viene la tormenta es necesario encontrar a la brevedad un buen sitio donde protegerse mientras pasa y si estas en un campo y te toca enfrentarla, agárrate fuerte a un sitio fijo y llénate de valentía. Una tormenta fuerte tipo huracán puede ser muy peligrosa aún estando en la casa o en un auto y lo mejor es huir o alejarse lo más pronto posible.

Las tormentas o sus equivalentes aparecen en el mercado, en las industrias o en las leyes para las empresas, en las ciudades o en los países y pueden ser económicas, políticas, de salud como las pandemias o de conflictos armados, como las guerras. En la vida personal pueden ser los accidentes, las enfermedades, la pérdida de los empleos, los impuestos no esperados, las deudas que crecen, las peleas, las traiciones etc.

Hago esta reflexión, porque frecuentemente se nos olvida que no somos indestructibles y eternos y que ante las tormentas fuertes hasta los más fuertes se vuelven vulnerables y frágiles. Por más grande que sea un trasatlántico, una fuerte tormenta tipo tsunami lo puede hundir. Una gran empresa puede sucumbir ante una tormenta económica o de industria y lo hemos visto muchas veces, bancos que se quiebran, poderosas empresas que no aguantan huelgas prolongadas o pandemias o bloqueos. En una guerra en un país, muchas empresas se quiebran, esa es la tormenta.

En el caso de las personas, un buen matrimonio o buena sociedad de muchos años se acaba por una tormenta llamada infidelidad o deslealtad o por la aparición de la tormenta llamada pérdida de la confianza, o por la tormenta de envidias o la tormenta de competencia o la tormenta celos o la tormenta enfermedad o la tormenta falta de dinero.

En todos los casos buscar refugio o ayuda es una buena opción, huir es otra buena opción, si no se visualiza refugio o apoyos y definitivamente la opción dura y más difícil es aguantar la tormenta con toda la fuerza que ella trae y hacerle frente con valentía, buscando salir vivo en el intento. Esta última opción se puede, es válida, pero tiene alto riesgo y se necesita mucha inteligencia, serenidad, resistencia, habilidad, flexibilidad, paciencia,  gran capacidad y velocidad de adaptación y de acción en los nuevos escenarios o reglas o leyes muy cambiantes y diferentes de lo acostumbrado.

Mida sus fuerzas, calcule el impacto a la mayor brevedad y con base en ello decida si le conviene refugiarse, huir o enfrentar la tormenta poniéndole el pecho

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