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Este es el caso de un amigo muy cercano, que tiene que ver bastante con el nombre de este blog: El usuario tiene la razón. Por petición de mi amigo, no usaré su nombre ni mucho menos un seudónimo, pues no hace falta un doliente, dado que probablemente lo mismo les habrá pasado a muchos de ustedes.

«Para comprar el carro de mis sueños (sueños modestos, aclaro), adquirí un préstamo con Multibanca Colpatria, por un monto moderado y a una tasa de interés que me parecía atractiva. Por ese lado no hay queja alguna.

 

Lo primero que le pregunté a la asesora era si podía hacer abonos a capital sin problema; me dijo que sí. Me mintió, porque durante el primer año del préstamo, los abonos a capital sí tenían una multa.

 

Solo después de los primeros 12 meses podía, si quería, pagar incluso el total del préstamo, como en efecto lo hice, sin sanciones. Seguro que eso estaba escrito en alguna parte del contrato del crédito, pero hubiera esperado que la asesora me diera la información correcta desde el comienzo, cuando se la pedí.

 

Me pareció interesante que la entidad pidiera que el seguro del vehículo incluyera una cláusula de renovación automática. Supuse entonces, cuando solicité el préstamo, que eso me evitaría tener que correr para presentar la renovación 12 meses después. Supuse mal… Y supuse tan mal, que me llegó una carta de Colpatria diciéndome que si no presentaba la renovación, me incluirían en el seguro de la compañía.

 

Mi entidad aseguradora expidió la renovación de la póliza una vez se cumplieron los primeros 12 meses del cubrimiento, pero entonces ya fue muy tarde, pues aparte de la cuota del carro, estaba pagando como 75.000 pesos mensuales más por el seguro de Colpatria. A la entidad no le servía la certificación que me expidieron, asegurando que la renovación se haría en la fecha correspondiente.

 

Por eso decidí irme a otro banco y pedir un crédito para salir de ese chicharrón. Me dieron la plata, no sin antes advertirme que no podía pagar más que tres veces la cuota fijada cada mes… Ni modo, pero al menos me lo advirtieron. Pagué el préstamo de Colpatria, y tan pronto me di cuenta de que el cheque hizo canje, pedí el certificado para hacer el levantamiento de la prenda.

 

Pero no… el asunto no funciona de manera tan expedita: si el pago se hacía en efectivo, era necesario esperar tres días hábiles entre la cancelación de la deuda y la solicitud; si el pago era en cheque, el plazo se extendía a cinco días hábiles. Mejor dicho, 10 días hábiles para hacer mío legalmente un carro por el que ya había pagado.

 

Supongo que eso me lo habría podido decir la asesora que me atendió por Internet, medio a través del cual hice la consulta inicialmente. Si me lo hubiera dicho, habría sido igual de decepcionante tener que esperar tanto tiempo, pero al menos no habría perdido la ida hasta las oficinas de la entidad en el centro de la ciudad, para que me dijeran que volviera tres días después.

 

Pasó el tiempo estipulado y, papeles en mano, me fui a hacer el levantamiento de la prenda a una oficina de Movilidad, en Bogotá, donde me dijeron que era mejor pedir una nueva copia de uno de los documentos expedidos por Colpatria, en el que algunos de los datos no se veían claramente. Y tenían toda la razón: había líneas completas que eran ilegibles.

 

De nuevo a las oficinas del Centro, a cambiar el papel… Y de nuevo a la oficina de Tránsito, donde el trámite del levantamiento de prenda se demora cuatro días hábiles. Me habían dicho que eran menos, pero realmente no es nada comparado con las vueltas que me hicieron dar en el banco.

 

He leído muchos artículos en los que se afirma que uno de los sectores más beneficiados con el desarrollo de la tecnología es el financiero. Los computadores, las redes, las transacciones en línea… todo está diseñado para que los clientes recibamos un mejor servicio sin pagar tanto.

 

Carreta… desde el cobro de las transacciones en lo cajeros automáticos hasta que no me digan claramente las condiciones de pago de un préstamo cuando las pregunto explícitamente, pasando por los 10 días hábiles (mínimo) que debo esperar para un trámite sencillo, no me parecen un mejor servicio y, mucho menos, más barato».

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