Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Por primera vez desde el período comprendido entre abril 29 y septiembre 23 de 2011, el pasado viernes el índice “Dow Jones Industrial Average” entró en terreno de corrección, tradicionalmente definido como un desplome entre diez y veinte por ciento, a partir de su último pico. 
 
Para colocarlo en perspectiva, y de acuerdo con un famoso estudio elaborado por el señor John Prestbo (alguna vez editor y director ejecutivo de los “Índices Dow Jones”), entre 1945 y febrero de 2013 ese índice sufrió 27 correcciones, con un descenso promedio de 13.3% a lo largo de 72 días hábiles. 
 
Y si se suman las 12 ocasiones en que las pérdidas fueron mayores (clasificadas como “caídas”, y ya no “correcciones”), resulta que en promedio cada 20 meses se produjo un desplome. 
 
Por su parte, en un informe del Royal Bank de Canadá apareció que previamente hubo tan solo dos ocasiones con períodos tan prolongados sin correcciones: 2553 días entre 1990 y 1997, y 1673 días a partir de marzo de 2003.          
 
A la luz de la historia, hace rato veníamos pasados de aceite. 
 
En la búsqueda de indicadores verdaderamente útiles para anticiparse a los vaivenes inherentes a los mercados de acciones, el primero que viene a la mente es la relación precio/ganancias llamada “CAPE” (Cyclically Adjusted Price/Earnings ratio), desarrollada por los profesores Shiller y Campbell hace más de veinte años. Mediante cifras ajustadas a la inflación, se obtiene al dividir el precio de las acciones que conforman el índice S&P 500 por el promedio de sus utilidades en los últimos diez años. 
 
Según explica el profesor Shiller, es importante reconocer que el indicador ha demostrado ser muy efectivo para predecir el rango de rentabilidades de las acciones a largo plazo, sin que pretenda en forma alguna predecir sus movimientos a corto plazo.
 
De acuerdo con los valores alcanzados por ese parámetro (había llegado a 27, bastante por encima de su promedio histórico de 16), el profesor venía advirtiendo sobre la alta valorización que habían alcanzado las acciones en los Estados Unidos. Aclaraba, sin embargo, que aún no llegaba a niveles tan altos como para que pudiese señalar, por sí solo, la proximidad del final de este gran mercado alcista.  
 
Quienes lo escucharon, tuvieron sin duda la oportunidad de reducir el nivel de riesgo de su portafolio.  
 
¿Qué se debe hacer una vez que se produce una corrección?
 
Dado que resulta imposible predecir los movimientos a corto plazo en el mercado, la experiencia enseña que definitivamente la mejor opción es no hacer nada. 
 
Los vaivenes del mercado no son una razón válida para modificar la composición de un portafolio. Sí lo es cuando se producen cambios en los objetivos, o cuando se haya cometido un grave error de apreciación en cuanto al nivel de volatilidad tolerable. 
 
A pesar de todo, las acciones siempre serán un instrumento fundamental para lograr objetivos financieros a largo plazo.   

Compartir post