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Cada vez es más usual oír hablar sobre el activismo de los accionistas minoritarios (“shareholder activism”). De manera particular, en Estados Unidos es un tema que ha ido cobrando más fuerza y la experiencia evidencia que ha llegado para quedarse. Básicamente, se puede entender por activismo societario como las actuaciones que realiza el accionista minoritario de una sociedad listada, sustentado en sus derechos políticos, con el objeto de ejercer presión sobre la administración de la sociedad o de promover cambios en la estrategia o direccionamiento de la compañía.

 

Normalmente, en la categoría de accionistas minoritarios de compañías listadas podemos encontrar tres grupos: (i) los pequeños accionistas personas naturales o jurídicas; (iii) los fondos de pensiones; y (iii) los fondos de capital privado. Cualquiera de estos actores de manera individual o en conjunto con alguno de los otros grupos (lo cual puede darse en virtud de un acuerdo tras bambalinas), puede ser el protagonista del activismo societario.

 

A manera de ejemplo, un activista tendrá un escenario apropiado para solicitar cambios o modificaciones importantes cuando la sociedad se vea expuesta a situaciones como: i) que la compañía tenga un desempeño que se pueda considerar inferior si se compara con otras entidades de características similares en el mercado, lo cual se puede mirar desde la perspectiva de rentabilidad, precio de la acción y la estructura de costos y gastos de la misma; (ii) que las políticas que puedan existir en relación con la remuneración de los directores no sean lo suficientemente claras o generen conflictos o incentivos equivocados; (iii) la falta de independencia que pueda tener la junta directiva de la compañía; (iv) la falta de repartición de utilidades o dividendos que beneficien a todos los accionistas de la compañía existiendo recursos para ese fin; y (v) la implementación de operaciones de reorganización de la compañía (v.g. fusiones, escisiones, adquisiciones) que puedan afectar el desempeño de la compañía y su valor en el corto y mediano plazo.

 

Partiendo de los escenarios antes mencionados, los ajustes que soliciten los activistas pueden estar orientados a pedir cambios de los directivos de la compañía o en la conformación de la junta directiva, exigir cambios en el direccionamiento de la sociedad con propuestas específicas sobre las modificaciones que deben ser introducidas, hacer oposición a determinadas operaciones que la sociedad tiene dentro de su plan y estrategia, emitir críticas y votos negativos a la forma en que la sociedad compensa a sus ejecutivos, criticar determinadas decisiones en temas administrativos, financieros, de inversión o estratégicos de la compañía, entre otros. Por supuesto, además de utilizar los escenarios regulares en donde normalmente se ejercen los derechos políticos en el mundo societario para cuestionar el rumbo que está tomando la sociedad, la estrategia normalmente incluye todo un tema de medios y comunicación, lo cual en un mundo con interacción en tiempo real, a través de las más variadas herramientas, constituye un instrumento de presión que debe ser considerado y medido de manera responsable por la sociedad y sus administradores.

 

Una consideración importante es que los activistas en su estrategia tienen como principal objetivo generar una rentabilidad inmediata o de corto plazo en relación con su inversión. Ahora bien, independientemente del actuar oportunista que puedan tener los activistas en determinado momento con respecto a la sociedad, lo claro es que para cualquier entidad expuesta a esta situación, lo relevante es tener una estrategia definida para hacer frente a este tipo de escenario. Esto a su vez requiere que la compañía sea manejada de manera responsable y que las decisiones sean bien pensadas y justificadas en el momento en que se toman teniendo en cuenta las condiciones de mercado y de la organización en particular. De igual manera, la sociedad tiene que construir una comunicación clara con sus grupos de interés y debe estar en capacidad de poder compartir una visión de mediano y largo plazo que le permita entender a sus inversionistas el manejo apropiado que se le está dando a la misma.

 

En el caso colombiano, el activismo tiene una connotación diferente si tenemos en consideración que las compañías listadas no son muchas y que las mismas tienen de manera visible un accionista controlante con los consecuentes beneficios que ofrece el principio de mayorías en materia societaria. Además, en nuestra práctica la mayoría de los problemas son manejados y ventilados a puerta cerrada lo cual limita el entendimiento de la naturaleza de cada situación, los planteamientos y las soluciones que existen en relación con los mismos. No obstante lo anterior, el activismo societario trae algunas enseñanzas para nuestro caso. A manera de ejemplo, es muy importante que (i) las sociedades y sus administradores sean muy cuidadosos en el manejo de conflictos de interés y de información privilegiada; (ii) las operaciones que adelante la sociedad deben tener un racionalidad y justificación clara desde la perspectiva económica  y de negocio, la cual debe ser documentada y sustentada; (iii) si bien existe el principio de las mayorías societarias las mismas no se pueden utilizar abusando de los derechos propios en contra de los minoritarios lo cual exige que las decisiones se tomen cumpliendo con todos los requisitos legales materiales y formales, sean razonadas, justificadas y soportadas, tengan efectos e impactos similares para todos los accionistas, y se tengan espacios para presentar los argumentos que explican de manera fundamentada la manera de proceder de la compañía y sus administradores.

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