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En la intensidad y calentura de los últimos días de la campaña en la segunda vuelta presidencial, el candidato presidente Juan Manuel Santos prometió restablecer los pagos de horas extras y recargos nocturnos para millones de trabajadores en Colombia,  perdidas hace doce años en el gobierno del presidente Álvaro Uribe y presentado entonces como una estrategia de competitividad y generación de empleo formal, que se materializó con la Ley 789 de 2002, que amplió la jornada laboral ordinaria diurna hasta las diez de la noche y el recargo dominical se bajó del 100 al 75 % del salario ordinario. Este cambio, según el gobierno de la época, se hizo con el propósito de aumentar el empleo, aumentar la competitividad y dinamizar los sectores con mayor intensidad de mano de obra.

No podemos saber si esta propuesta del presidente Santos fue decisiva o no en las urnas, o pesó más el video de doña Mercedes refiriéndose a Juanpa y Zurriaga, o la promesa de la paz, o todos los anteriores, pero el compromiso por lo menos, lo obliga a presentar el proyecto al congreso.

Se pretende a través de una ley,  devolverles a los trabajadores logros sindicales como el pago de  horas extras, los recargos nocturnos, el pago adicional al trabajo dominical y festivo.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, actuando en nombre del gobierno, es el principal responsable de la eliminación de los odiosos parafiscales, con el objetivo de apoyar la empresa en su función social de generar empleo formal, bajando el costo de la nómina. Las cifras en materia de desempleo parecen darle la razón.

Según el senador liberal Luis Fernando Velasco, quien ya presentó un proyecto de ley en ese sentido, el trabajo diurno vuelve desde las seis de la mañana a las seis de la tarde, el restante, será trabajo nocturno. El trabajo en horario de domingos y días festivos se remuneraría con un recargo del ciento por ciento sobre el salario ordinario.

Preocupados se han mostrado los grandes empresarios, banqueros, gremios y multinacionales, también algunos políticos.

La presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuellar, criticó la decisión del Gobierno Nacional de revivir las horas extras y los recargos nocturnos y lo calificó “como un factor incidente en el desempleo y la informalidad”. La presidenta  recordó que los beneficios tributarios otorgados al uso del capital determinaron una disminución en el precio del capital y el incremento de los costos laborales no salariales implementados en los años 90, que contribuyeron a una alta informalidad y pérdida del empleo, también en ese tiempo, se redujeron las billonarias utilidades de los bancos. «La contratación en Colombia ha sido afectada por normas que, aunque bien intencionadas, terminaron intensificando el exceso de oferta en el mercado laboral formal y empujando a los trabajadores hacia el mercado informal», para la presidenta, reconocer la horas extras y los recargos nocturnos es un retroceso a la generación de empleo y la competitividad, dado que los costos laborales aumentan y con ello se reducen las utilidades de las empresas.

Para Sergio Clavijo presidente de Anif, quien también se ha mostrado preocupado por el proyecto que va en contravía de la competitividad, lo importante es que el Gobierno contenga el gasto, reduciendo la tributación, así haya que sacrificar entre otras cosas, las vivienda gratis, además muestra dos preocupaciones adicionales: Una es sobre los pagos adicionales al trabajador “La mala noticia es que esas ganancias en formalización aún resultan marginales, (refiriéndose  a la reducción de los parafiscales) pues todavía los sobrecostos no salariales representan un 51% (incluyendo auxilio de transporte, cesantías, prima, seguridad social, ARL y vacaciones)”. La otra preocupación del presidente de la ANIF es que mientras las expectativas de vida de los seres humanos aumenta en promedio nueve años, la edad de pensión “tan solo se ha incrementado en seis meses” lo que implica una menor productividad y gran pérdida de capital humano, la consigna para Colombia debe ser “prepararse para vivir más largo, pero trabajando y ahorrando por más tiempo del imaginado” pues la gente tiene más años de vida útil que los puede dedicar al ocio o en el peor de los casos a disfrutar de la pensión. Lo que no recordó el  presidente de la ANIF es que las  utilidades del sistema financiero en Colombia, ascendieron a 14.4 billones de pesos a junio de 2014, casi el doble del mismo periodo de 2013.

Para Guillermo Botero, presidente de Fenalco, es una propuesta populista del presidente Santos, que desincentiva la generación de nuevos puestos de trabajo, principalmente en los sectores que más jalonan la economía colombiana.

Para Fedesarrollo y Acrip (Asociación de Gestión Humana), la propuesta “perjudica el proceso de modernización del mercado laboral en Colombia, tendría graves consecuencias sobre la confianza empresarial y dificultaría la consecución de empleo formal”.

Para el Banco Interamericano de Desarrollo, es contraproducente hacer una contrarreforma laboral como la que ahora se plantea dado que se pierde confianza inversionista y con ello empleos formales.

El presidente de la Andi, Bruce MacMaster, dice que el efecto sobre la formalidad del empleo sería devastador y mortal para la competitividad.


La clase trabajadora, que perdió logros sindicales históricos en el gobierno de Uribe, además afirma que el mayor ingreso de los trabajadores, se traduce en mayor consumo y por ende, mayor crecimiento de la economía y el empleo, pone todas sus esperanzas y fe en el honorable Congreso de la República, que también está preocupado por los trabajadores.

Pocas veces como ahora, la gran mayoría de colombianos que se ganan el mínimo, ven como los ricos y poderosos se preocupan por la generación de empleo, la mejora de las condiciones laborales y salariales, la formalización del empleo y la dignidad del trabajo, desde los congresistas hasta los banqueros pasando por los grandes industriales. Se ha dejado en manos de ellos la decisión de incrementar por hora en alrededor de ochocientos pesos por trabajar de noche, o en cerca de dos mil quinientos pesos por el trabajo dominical o festivo.

Como está visto, los Colombianos parecemos no entender: Los ricos siempre quieren lo mejor para todos.

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