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Por: Equipo Auditool

El Consejo de Administración, conocido en algunas jurisdicciones como Junta Directiva, es el piloto estratégico de una organización, y su orientación resulta crucial en la construcción y mantenimiento de robustas estructuras de control interno. Profundicemos en cómo una Junta eficiente puede ser el epicentro de una cultura corporativa enfocada en la integridad, control y cumplimiento.

1. Estableciendo el tono en la cima

a. Cultura organizacional: La cultura es un reflejo del carácter colectivo de una organización. Si la Junta respalda activamente la transparencia, la integridad y la responsabilidad, esto infunde en los empleados un sentido más fuerte de propósito y guía su comportamiento.

b. Liderazgo visible: No basta con que el Consejo establezca políticas. Sus miembros deben ser los primeros en vivir y demostrar esos valores, sirviendo como modelos a seguir para todos en la organización.

2. Diseño y supervisión de la estructura de control interno

a. Identificación de riesgos: Antes de diseñar controles, el Consejo debe comprender los riesgos inherentes al negocio, la industria y el entorno macroeconómico. Esto puede hacerse a través de evaluaciones de riesgo periódicas.

b. Creación de políticas y procedimientos: Basándose en los riesgos identificados, el Consejo debe asegurarse de que se establezcan políticas y procedimientos claros para guiar la toma de decisiones y las operaciones diarias.

c. Supervisión y revisión: La estructura de control interno no es estática. Debe ser revisada y ajustada regularmente en función de cambios en el negocio, tecnología y entorno regulatorio. Las auditorías internas y externas son herramientas valiosas en este proceso.

d. Responsabilidad y respuesta: Cuando se identifican deficiencias en los controles, el Consejo debe ser ágil en la toma de decisiones para corregir estas deficiencias y, si es necesario, responsabilizar a las partes pertinentes.

3. Promoción de una cultura de control y cumplimiento

a. Capacitación constante: Los programas de formación no solo deben centrarse en habilidades técnicas, sino también en la ética, integridad y la importancia del control interno.

b. Comunicación abierta: Fomentar un entorno en el que los empleados sientan que pueden comunicar preocupaciones o irregularidades sin temor a represalias es fundamental para un control efectivo.

c. Sistema de recompensas: Más allá de la remuneración financiera, el reconocimiento público y las promociones pueden ser potentes incentivos para que los empleados cumplan y promuevan prácticas de control.

El Consejo de Administración es mucho más que un cuerpo decisivo; es el faro ético y estratégico de una organización. En la configuración y mantenimiento de una estructura de control interno efectiva, el papel del Consejo es insustituible. A través de una visión clara, supervisión diligente y promoción activa de una cultura de cumplimiento, la Junta puede asegurar que la organización no solo cumpla con las regulaciones, sino que también opere con la máxima integridad y eficiencia.

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