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Por:  Raquel Céspedes.  

 

Con frecuencia como consultora en temas de Compliance (Cumplimiento) y Etica me he encontrado con interlocutores que a pesar que reciben la información,  su expresión facial manifiesta algo como: “esto no es conmigo…”

 

Y es que infortunadamente dentro de nuestra cultura lo que no esté exigido mediante  una ley,   que igualmente incluya la sanción correspondiente a la que se estaría expuesto por no cumplir,   no existe y  no es  parte de lo que deba ser considerado como un tema estratégico a ser gestionado al interior de las organizaciones.

 

No vale acudir a conceptos tan trillados (como mal entendidos)  tales como la sostenibilidad,  la competitividad,  la diligencia del buen hombre de negocios,  etc, para abundar en la importancia de la implementación de las Buenas Prácticas para la mitigación de riesgos corporativos;   simplemente  el largo plazo es un concepto ajeno a nuestra cultura del inmediatismo y la abundancia rápida.

 

Esta reflexión surge al leer los artículos recientemente publicados en el Diario El Espectador,   (¿Fin a las prebendas de la industria farmacéutica?Sección Salud, 23 AGO 2014 – Por: Sergio Silva Numa/   'El médico es nuestra presa'Relato de un visitador de la industria.  Sección Salud24 AGO 2014 – 9:00 PM Por: Sergio Silva Numa) ,  en los que aparte  de vaticinar el revuelo causado por la publicación en español del libro del psiquiatra noruego  Peter Gøtzsche   (Medicamentos que matan y Crimen Organizado)  y presentar la entrevista de un Visitador que llegó a ser Gerente de Marketing de Producto en una Compañía Farmacéutica,   advierte de un Decreto que se está preparando en el Ministerio de Salud,  el cual regulará un tema tan propio de la industria farmacéutica,  como el marketing de los medicamentos a través de los médicos.

 

Y a pesar que dicha práctica no puede ser prohibida,  pues lo determina el mismo modelo del negocio,  si es un hecho que con prácticas indebidas se generan serios conflictos de interés que exigen ser revelados.  

 

Para ello las empresas de la industria farmacéutica (tal vez no todas)  y sus principales interlocutores (los médicos)  deberán  tomar las medidas pertinentes para subir al  bus de las Buenas Prácticas Corporativas  y así  gestionar  los riesgos de reputación,  financieros y legales, propios de una indebida gestión.

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