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“Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo sustentable y de sacar a inmensas masas de la pobreza.

¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?

El modelo de desarrollo y de consumo, ¿es el actual de las sociedades ricas? ¿Qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?

¿El mundo tiene los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil, 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales?

¿Será posible o tendremos que darnos algún día otro tipo de discusión? Porque hemos creado una civilización hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo.

¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna?

¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada?

¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?

El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado. Las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida.

Porque no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida. Y esto es elemental. Pero si la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir…

 

¡Estos son problemas de carácter político! Que nos están diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas. Es que no podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado. Tenemos que gobernar al mercado.

Los viejos pensadores definían: “pobre no es el que tiene poco, sino verdaderamente pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea y desea y desea más y más”.

 

¡Esta es una clave de carácter cultural!

 

Pero tenemos que darnos cuenta.

Que la crisis del agua, de la agresión al medio ambiente, no es una causa.

La causa es el modelo de civilización que hemos montado, y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.

 

Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las ocho horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo seis horas. Pero el que consigue seis horas, se consigue otro trabajo. Y trabaja más que antes. Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la motito que compró, el autito que compró. Y pague cuotas y pague cuotas. Y cuando se acuerda es un viejo reumático como yo y se le fue la vida…

Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana?

Estas cosas son muy elementales. El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana. Del amor, arriba de la tierra, de las relaciones humanas. De cuidar a los hijos, de tener amigos, ¡de tener lo elemental!”.

 

(Extracto del discurso de José Mujica, Presidente de Uruguay, Río de Janeiro, 21.06.2012)

 

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