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@cgalvarezg

Al momento de escribir esta nota faltan pocas horas para que se venza un plazo crucial.

Es el que tienen “las personas jurídicas con o sin ánimo de lucro, las empresas unipersonales y las personas naturales que presten el servicio público de transporte”, de portar en sus vehículos interna y externamente un adhesivo con las indicaciones para que los ciudadanos puedan informar sobre las infracciones cometidas por un variadísimo parque automotor.

 

Taxis, camiones de reparto y distribución, buses urbanos e intermunicipales y transportes escolares son algunos de los sujetos de esta medida, que la Superintendencia de Puertos y Transporte estableció mediante la resolución 00000572 del 12 de febrero de 2013.

 

El adhesivo, que se puede bajar del sitio web de la Supertransporte, debe estar fijado “en la parte delantera interna del vehículo y en la parte trasera externa al lado derecho superior de las placa del mismo, en un lugar visible para el usuario”, antes de la medianoche del jueves 14 de marzo, si no se dispone otra cosa en una prórroga intempestiva.

 

Es una buena medida. Antes, los vehículos de transporte público fijaban en puntos caprichosos un letrero falaz e irrisorio. Un “Cómo conduzco” escrito de cualquier forma (“como conduzco”, “cómo, ¿conduzco?” y el muy personal e inexpugnable “Cómo me conduzco”), acompañado de un teléfono fijo de chiste para quejas y reclamos sobre las arbitrariedades del conductor.

 

La llamada de otro conductor o ciudadano indignado por esas tropelías que se ven y se sufren en las calles y carreteras colombianas, caía casi siempre en un hueco negro. En el dichoso número no contestaba nadie o le tomaban a uno un reporte de mamadera de gallo, del que se volvía a saber el Día de San Blando.

 

Para el físico despiste, muchos de esos números sobreviven con el mensaje rústico al lado del adhesivo obligatorio de la Súper, que se ha echado a cuestas en el call center de Invías semejante camello. Atienden a los quejumbrosos las 24 horas del día. A cada denuncia le asignan un número con el que se puede seguir el resultado de confrontar a la empresa o persona propietaria del vehículo infractor.

 

Pero les corresponde a ambas entidades establecer parámetros en este proceso que se percibe como coger el cielo con las manos para terminar en un saludo a la bandera. Hay, primero, que hacer cumplir la medida. Sobre todo con los avisos interiores en buses y taxis, pues muchas veces no son los transeúntes sino los pasajeros quienes padecen el abuso de conductores soberbios. Viene luego un segundo paso de pedagogía, comenzando con las empresas y sus conductores y siguiendo con la comunidad, en general. Los primeros para que entiendan sus deberes y la magnitud de las sanciones. Los segundos para que sepan para qué sirve esa multitud de adhesivos rodantes en su búsqueda de bienestar y respeto.

 

Deben también las entidades informar en forma permanente para qué ha servido la medida. Qué clase de atropellos se denuncian, de qué lugares del país, en qué tipo de vehículos públicos. Y sobre todo: cual sido el resultado y que tipo de sanciones se han implementado. De lo contrario, la gente va a pensar que ni la Supertransporte ni el Invías saben cómo se conducen.

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