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Por Catalina Sánchez Caballero Investigadora RADDAR CKG, Directora Observatorio de Moda RADDAR Inexmoda. 

Hace algunos días empecé a ver una serie basada en un libro, que se puede definir como “un libro sobre ropa y quien la usa”, llegué a esta serie en tanto que todo lo que hable sobre ropa siempre estará en primer orden a mi atención.

Y es que la ropa durante siglos ha sido una forma de mostrar y demostrar algo, si bien, primitivamente la “ropa” era la representación de las marcas que se personificaban para diferenciarse de unas y otras, también podemos decir, que siempre ha tenido un fin. Con los años he entendido que no es solo un acto de demostración, sino que en miles de contextos el acto de vestirse es toda una manifestación del ser, y es tan importante que la moda se devela a mis ojos inclusive como un acto político.

Dicho lo anterior, empecé darme cuenta de que detrás de una prenda hay una historia que contar y que justo en el momento en que la compramos o la escogemos, siempre pensamos en algo sobre esa prenda, esta decisión, es usualmente muy difícil cuando hay muchas posibilidades en el mercado, pero se complejiza más, cuando tienes una idea en la cabeza y sientes que nada de lo que tienes representa esa idea.

Creo que en ese momento aparece el famoso “no tengo nada que ponerme”, pero en realidad no es que no tengamos nada, es que no sabemos qué vamos a contar. No tenemos un objetivo con cierta prenda, no queremos que comunique nada, simplemente a veces solo queremos cubrirnos. Por lo anterior empecé a pensar en cuáles eran las ocasiones de uso de ciertas prendas, y me di cuenta de que cada que hacia cierta elección sobre ella; o cada que llegaba al “no tengo nada que ponerme” resultaba encontrando ropa que cumpliera la misma función que otra que ya tenía presente. Para explicarlo mejor, mi ejemplo termina siendo las sudaderas, no era de usarlas tan frecuentemente para salir, pero ahora solo digo, me la pongo porque me cubre e igual nadie me va a ver con ella.

Tambien pensé en todas esas prendas que amo y atesoro, que no suelto, y que digo “pero si no me la pongo que hago con ella”, también reflexione en que cada una de ellas me recordaban momentos o situaciones, o en particular me hacían sentir de cierta forma y eso mis amigos, no se tiene con muchas prendas, en lo particular y creo que hablo por muchas mujeres y hombres, nadie sabe el amor que uno le tiene a ese jean que se siente como pijama, te queda perfecto, te hace sentir curvilínea, que te resaltar y que se puede poner con todo.

Puede que el jean no tenga todas esas propiedades, pero es mi jean y es el que me ayuda a decir me siento bien, sin decirlo. Creo que todos tenemos esa prenda y que esa prenda tiene una conexión con nosotros, es como si tuviera una promesa con nosotros y cada que nos la ceñimos al cuerpo la renueva y la reafirma. Esto lo digo porque, puede que ame los tacones y su promesa es que podrán hacerme ver más alta y esbelta, pero cada vez que me los pongo renuncio mas a esa “promesa” solo por el cansancio que me causan.

Creo que al final todos tenemos esa prenda o esas prendas que nos ayudan a decir algo, ya sea para los demás o para nosotros mismos y que esto es lo que realmente buscamos en una prenda, así uno diga que la compro de afán, pero ese afán era para algo, solo que a veces no lo recordamos. Es decir que como ya dije, cuando no tenemos que ponernos es más que no tenemos nada de que contar, más que nada que usar.

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