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De acuerdo con el Dane, en el año 2019, antes del coronavirus, en Colombia la pobreza monetaria se ubicó en 35.7 % y la pobreza monetaria extrema en 9.6 %, hecho que se presentó en un año donde el crecimiento económico fue del 3.3 %.

Los anteriores resultados desafían los postulados de la teoría económica convencional y revelan problemas estructurales de la economía, uno de los principales es el alto nivel de informalidad que, según investigaciones de Fedesarrollo, está presente en cerca del 50 % de la población. Este nivel de la informalidad significa que aún si Colombia, algún día, alcanzara tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) sostenidas del 10 % durante varios años, como en el caso de China, el 50 % de la población productiva no se beneficiaría.

Ahora bien, con la pandemia se amplificó el efecto de aumento de la pobreza. Estimaciones de Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo, señalan que con la pandemia la pobreza puede llegar a aumentar hasta el 47 %. Dentro de este aspecto, ha surgido un fenómeno de pobreza oculta que va más allá de la capacidad de cubrir solo las necesidades básicas, este también incluye el no cumplir con los estándares de la sociedad. Este fenómeno afecta principalmente a las clases media y alta.

Ha surgido un fenómeno de pobreza oculta que va más allá de la capacidad de cubrir solo las necesidades básicas, este también incluye el no cumplir con los estándares de la sociedad.

Si bien el anterior panorama es desolador, nos encontramos ante la oportunidad de adelantar reformas que permitan reducir la brecha socioeconómica que en tiempo de pandemia ha acrecentado la pobreza y aumentado el número de familias en situación de vulnerabilidad.
Es así como dentro de las políticas para reactivar la economía en época de pandemia, se sugieren las de iniciar una campaña masiva de capacitación y ampliación de acceso a las tecnologías, que permitan desarrollar trabajos en Internet, así como emprender a través del e-commerce (comercio electrónico).

Estas medidas, si bien surgen como una solución a un ambiente de confinamiento, contribuyen a reducir los costos de crear y mantener empresas, lo que repercute en mayor empleo y, por ende, menor pobreza. En este punto los jóvenes pueden jugar un papel destacado dada su afinidad con las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).

Finalmente, esta es una oportunidad para adelantar otro tipo de reformas que contrarresten la informalidad, para lo cual se debe contemplar una mayor flexibilización del mercado laboral, la disminución de requisitos y costos de formalización empresarial, así como la capacitación a empresarios informales con miras a la administración de un negocio formal.

Andrés Carvajal Contreras
Docente del Programa de Economía
Universidad Ean

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