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A veces en los lugares menos esperados nos encontramos con lecciones transformadoras. Durante la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), más de 30.000 personas hemos coincidido representando los intereses de múltiples sectores, las urgencias de más de 190 países y las voces de las comunidades más vulnerables.

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Desde la perspectiva de la sociedad civil, el mensaje más poderoso de este encuentro es el llamado a una transformación cultural y regenerativa, integrando una visión de justicia climática y la comprensión holística del funcionamiento de nuestros ecosistemas, y la exigencia de acelerar la acción climática desde las esferas nacionales como la medida más contundente de voluntad política y responsabilidad intergeneracional. Luego de dos semanas de negociaciones queda una larga lista de tareas para todas las partes, pues todos somos actores clave en las transiciones que necesita nuestra casa -el Planeta- para recobrar el balance. No obstante, debemos transformarnos individualmente para impulsar esto y es en este punto donde quiero compartir el primer aprendizaje.

La primera lección que recordaré tiene que ver con la pregunta que nos hizo Danilo Villafañe, gobernador del cabildo Arhuaco del Magdalena a quien tuve la fortuna de conocer en Escocia: ¿Qué ancestro seremos? Para la visualización de esa trayectoria tan personal, nos invitó primero a reconocer que nuestra concepción del mundo está muy distante del tipo de realidad que hemos generado como sociedad. Danilo, quien estuvo inspirando con su sabiduría durante la COP26 nos hizo hincapié en la urgente necesidad de coherencia entre nuestras acciones y el conocimiento que estamos generando frente a una realidad que es producto del desbalance del equilibrio de nuestros sistemas naturales. Estos sistemas complejos están diseñados de forma perfecta y no en vano son hoy las soluciones basadas en la naturaleza, algunas de las respuestas más evidentes ante la crisis del Planeta.

Culminando la segunda semana de negociaciones en Glasgow, hemos podido conocer un borrador del Acuerdo que ha sido calificado como insuficiente, teniendo en cuenta la urgencia de similar a tener la casa en llamas. Las medidas necesarias para no sobrepasar límites que alterarían drásticamente el sistema climático, tienen que ver con ajustar las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) y tener metas más ambiciosas para lograr reducir las emisiones a cero para 2050. La coincidencia diversa de tantas personas, culturas, industrias, líderes de opinión, ONGs, defensores de derechos humanos, jóvenes y hacedores de política pública ha impulsado sin duda alguna un despertar de conciencia de la humanidad. Aquí nace la segunda lección: debemos democratizar el conocimiento y la educación climática, y entender por qué 1.5 °C es el número más importante para asegurar nuestra vida en la Tierra (ver último reporte especial del IPCC -Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).

Lograr quedarnos por debajo de 1.5 °C es posible y requiere más que nunca del multilateralismo, de políticas robustas de transición energética, de diversificación del financiamiento climático y de la integración de modelos que vinculen comunidades para liderar procesos de conservación y restauración de los ecosistemas. Tenemos nuevas generaciones empoderadas que ejercen una ciudadanía global, pero necesitamos construir mejor, extraer mejor, consumir mejor, recuperar mejor. En resumen, es crucial integrar el concepto de economía circular en las estrategias empresariales y en los estilos de vida de nuestros hogares, pues todas las acciones cuentan.

La última lección tiene que ver con la enorme oportunidad que existe desde el sector educativo de generar capacidades, conocimiento y fomentar la innovación tecnológica y social. Para enfrentar el cambio climático necesitamos fórmulas distintas de hacer las cosas, personas formadas con las competencias necesarias para reconocer el problema y abordarlo multidisciplinariamente. El emprendimiento sostenible es la una de las fórmulas para incubar modelos que impacten las cadenas de valor de sectores claves para la transición, en especial aquellos que ya han demostrado estar comprometidos con un desarrollo y crecimiento más limpio. Es por eso que la carbononeutralidad es uno de los hitos más importantes para cualquier organización durante la próxima década. Destaco especialmente la iniciativa Race to Zero donde ya 733 ciudades, 31 regiones, 3,067 empresas, 173 inversionistas y 622 instituciones de educación superior se han comprometido con alcanzar la carbononeutralidad, por tarde, en 2050. En la Universidad Ean esto es una realidad en 2021.

 

Sara Vera Aguirre

Gerente de Internacionalización y relaciones institucionales

Universidad Ean

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