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 María Clara Choucair es una de las mujeres más competitivas que he conocido en mi vida. La primera vez que la vi, aunque apenas estaba empezando su camino hacia el emprendimiento, pensé que ella perfectamente podría representar el prototipo de la mujer ejecutiva, la profesional al estilo de Wall Street, que casi siempre está ocupada, que anda de reunión en reunión, gran parte de su vida en un avión, de ciudad en ciudad, de país en país, que toma decisiones importantes que implican cifras de varios ceros, que tiene un mundo de lujos a su alrededor, pero poco tiempo para disfrutarlos.

Sin embargo, en la medida en que la fui conociendo se me desdibujó esa idea y me encontré con un excelente ser humano, que tras una búsqueda intensa, encontró el verdadero sentido de su vida y se dedicó al servicio desde un área que era muy poco conocida en Colombia.

Hoy puede decirse que es la pionera de la industria de Pruebas de Software en el país, todo a partir de su propia empresa: Choucair Testing S.A. Y detrás de ese cambio hay varias historias, pero una en particular, marcó la vida de María Clara, y ella misma la relata:

“Yo siempre era hale que hale a los empleados, los presionaba por todo para obtener muy buenos resultados, hasta un 31 de octubre, un halloween. Días antes una de las empleadas de la empresa, que tenía hijitos, me dijo que si podíamos hacer una fiesta para los niños en la terraza de la empresa y yo accedí, aunque no muy convencida, porque pensaba que eso afectaba la producción de la empresa.

Entonces llegó ese día, y empezaron a desfilar princesas, leones, príncipes y grillitos a abrazarme, a darme besitos y a decirme que me querían mucho. Ahí dije: “¡Qué me pasa!”, esos nenés me miraban con toda la admiración y yo les había dicho a sus papás, que sí hiciéramos la fiesta para recibirlos, pero lo había hecho con mala gana, con cierta duda.

Fue entonces cuando entendí una gran lección de humildad: que la familia se veía permeada por las organizaciones donde trabajan las personas, que muchas veces hay que comprender todas las situaciones que suceden desde allí, en las familias, y afectan a esos seres y a mi empresa, al igual de lo que la puede afectar las decisiones de los mismos accionistas, los clientes o los proveedores”.

Por esta y muchas más historias pequeñas pero aleccionadoras, es que la María Clara, la ejecutiva que conocí a finales de los años 90, es muy diferente a la María Clara que entrevisté y que está en el primer libro de mi colección Historias de Negocios Altamente Inspiradoras.

Desde ese día, es una mujer mucho más consciente de que existen dimensiones distintas de una empresa más allá de su fin comercial: La dimensión de la familia de sus colaboradores, el esfuerzo de los proveedores, las expectativas de los clientes, el respeto hacia los accionistas, el impacto hacia la comunidad y la colaboración con gobierno y asociaciones.

Les recuerdo a mis lectores en este blog que les invito a leer el libro, que incluye altas dosis de inspiración, y se consigue en la Librería Nacional, Panamericana y Almacenes Exito y Carulla en todo el país. Por internet lo pueden solicitar en http://www.encosmo.tv/item-libro_historias_de_negocios_altamente_inspiradoras-106820

Y espero sus comentarios en mi Twitter: @Juancarlosy

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