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La mayoría de personas caen en la costumbre de explicarlo todo y de hablar demasiado. Pero casi nunca se dice la verdad, de lo que se siente y se piensa.  Existe una especie de hipocresía social, consigo mismo y con los demás. Reprimimos nuestras expresiones, a veces hacemos lo que otros quieren, pero no lo que queremos nosotros.   Solo por el hecho de lucir bien y ganar la aprobación de los demás.  !creencias más erradas, cuando la aprobación principal proviene de nosotros!.

La vida está llena de circunstancias, el problema es que estamos controlados por el ego (esa parte del yo humano que siente que estamos separados del todo). Pero la verdad, es que estamos más unidos de lo que pensamos.  No estamos separados.  En cada ser humano habita el poder divino para resolver las situaciones de la vida.  Todo lo que sucede en nuestro presente, nos sucede para que descubramos el ¿para qué? y ¿no el por qué nos sucede?.

Las personas no se  comunican consigo mismo.  Hay una barrera para expresar lo que sentimos.  Todos de alguna manera vivimos en el lucir bien.   La hipocresía ronda en la sociedad.   Es válido que empecemos a reconocerlo, como nos invita el budismo.

A veces, malgastamos el tiempo en las conversaciones cuando le damos poder a criticar, a hacer  juicios, nos maltratarnos, nos consideramos torpes, indignos de la prosperidad, de la iluminación de la sabiduría.    También le damos el poder a creencias, como el no puedo, no soy capaz, no valgo lo suficiente, no lo merezco.    Estas creencias las podemos cambiar por soy capaz, yo valgo por el solo hecho de ser un hijo de Dios, me merezco todo el bien y la prosperidad.

No estamos conscientes de nuestros pensamientos.  Un ser humano al día, tiene 60.000 pensamientos y siempre lo repetiré y el 99.9% de estos pensamientos son negativos.   Entonces estamos llamados a responsabilizarnos de nuestros pensamientos y despertar el observador para transformar esos pensamientos, en unos más armónicos.

Tampoco somos conscientes de las palabras que pronunciamos.   Hay que reflexionar sobre las palabras que decimos, pues a veces, declaramos la guerra a otros y a nosotros mismos con lo que decimos, sin tomar conciencia de lo que hacemos.   Cuando se habla de paz, se habla de respetarnos, valorarnos, y de aplicar máximas de vida, como la regla de oro, no le hagas a otros, lo que no quisieras que te hagan a ti.

En la mayoría de los casos, pensamos una cosa, decimos otra y hacemos otra.  La coherencia, no es un regalo de los Dioses.  Hay que trabajar en ese crecimiento interior para ser cada día más coherente, para ir hacia la anhelada paz que buscamos afuera y que solo habita en nosotros.

Así que te invito a tomar acción y hacer conciencia sobre tus pensamientos, sobre las palabras que pronuncias, sobre la forma en que expresas la coherencia en tu vida, sobre tu amor propio, y la manera como cultivas y te preocupas por tu salud emocional y crecimiento interior.

La pregunta del Coach, giovannafuentes@yahoo.com

¿Qué cosas has hecho o haces, queriendo no hacerlas?

¿A quién o a qué les has dicho, si, cuando quieres decir no?

¿Qué cosas te has comido, así no te gusten?

¿En qué momento has dicho no, y te has permitido ser tu mismo?

Como Coach me dedico a apoyar a las personas a que descubran su grandeza interior, a que puedan superar bloqueos, barreras, a transformar el observador, pues cuando cambias el observador cambia tu mundo.   Como miembro de la ICF Colombia, inspiro mi labor en el código ético.  Tal vez te sientas abrumado y no encuentres respuestas.   Es hora de cambiar tu mundo, empezando por conocerte a ti mismo.

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