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“Una persona que se siente culpable se convierte en su propio verdugo”, decía, el filósofo, orador y escritor romano, Seneca.  En hora buena, nuestro querido filósofo trajo a colación esta verdad que sigue erosionando la salud mental, emocional y espiritual de los seres humanos.   Habló de la culpa irracional e ilógica que fustiga la autoestima.

 

En  el diario vivir la culpa es uno de los sentimientos con los que se permite manipular a los demás y que se ha convertido en una especie de control social para que nos portemos bien o quizás es una forma de autocontrol con un costo demasiado elevado para un individuo.  Pocas veces se hace conciencia de este sentimiento social instalado para el autocastigo y el juicio social.  Hablar de culpa es como hablar de la verdad, ya que no existen verdades absolutas, ni culpas absolutas, todo tiene que ver con el observador o mirada, el mapa mental.

 

Por estos días de reflexión espiritual  sería importante recordar que el maestro Jesús no vino a la tierra a culpar a nadie, solo vino a enseñarnos el verdadero significado del amor.   Jesús es amor y lo que quiso que comprendiéramos es que somos producto del amor y que el amor es la ley más poderosa del universo capaz de cambiar el rumbo de la violencia y el sufrimiento que azota a la humanidad.

Pero esta ley habita en cada ser humano, cuando es capaz de actuar con conciencia, abriendo su mente a la grandeza de su espíritu, sin sectarismos de ninguna índole.    Cuando los hombres sean capaces de reconocer en el otro el amor de Dios.

 

En una sesión de coaching

En las sesiones de coaching uno de los temas que aflora en la agenda del coachee o cliente ( tema a trabajar personalmente ) es el sentimiento de culpa, una emoción que podría ser natural, pero que termina convirtiéndose en un lastre para el desarrollo de un individuo, debido a que existe un desconocimiento sobre su saludable manejo emocional. .

Estudiosos de la mente y las emociones  hablan de que la culpa busca castigo de manera inconsciente.. Así que si una persona se siente culpable, su subconsciente (parte de la mente que graba todos las vivencias de una persona principalmente desde los cero hasta las siete años y que se encarga de controlar todas las funciones vitales del cuerpo) buscará la manera de generarle situaciones que confirmen que se merece el castigo.

Por eso cuando algunas personas buscan encontrar respuestas se preguntan ¿por qué me sucedió esto a mí? .  Tal vez apoyaría hacer “conciencia” de que todo tiene que ver con la dirección en la que enfocas los pensamientos y emociones y actuaciones.

Es tan horrible, sentirse malo, inadecuado, o ruin que evitamos cometer cualquier cosa socialmente reprobable para eliminar el sentimiento de culpa que aparecerá a posteriori. El resultado es que te portarás bien, y hasta quizás seas un modelo a seguir,  con tal de evadir ese terrible remordimiento que hará que te percibas como el peor de los villanos”, como lo explica  mi amigo, , el psicólogo, Walter Riso.

“La culpa te susurra por lo bajo: no estuviste a la altura, eres indigno, solo mereces lo peor, has traicionado los valores que te inculcaron, se esperaba otra cosa de ti, eres malo”. Añade.

Es más los padres son bastante buenos para instalarle el sentimiento de culpa a un niño, cuando expresa sus emociones espontáneamente.  Para manejar al pequeño, por ejemplo le dicen: si no haces lo que yo quiero entonces no me amas. La lista de conductas manipuladoras es larga.

Es fundamental   educar  a los niños para que sean adultos responsables y sanos emocionalmente. He observado que  algunos padres confunden educación con corrección y me preguntó ¿de qué?.  ¿Tal vez de lo que los mismos padres les han enseñado con su ejemplo y sus actos?.  En cada ser humano habita la sabiduría de la “fuente divina”.     Lo que los padres, maestros y adultos estamos obligados a hacer es educar con amor. No desde el miedo, la violencia y la ignorancia.

Pero, otra vez, de manera inconsciente se transmite a los pequeños, los  dolores emocionales frustraciones y creencias limitantes que solo terminan por hacerlos sentir culpables.  Es cierto, no hay un manual para ser padre ni catedra en donde se tengan las formulas sobre cómo –SER Padres- para educar desde el respeto, la conciencia, libertad y amor.

Sin embargo, sí existe la posibilidad de tomar conciencia y desarrollar un genuino deseo de cambio y acción para ser cada día seamos mejores seres humanos y transformar la manera como se enseña y se educa a las nuevas generaciones. También existe la posibilidad de elegir conocerse a sí mismo y convertirse en un “intelectual emocional”.

Creo firmemente que si los padres de hoy, se preocuparán por conocerse a sí mismos y hacer conciencia de que el amor es la ley más poderosa para transformar la humanidad, y esto significa respetar las ideas de los hijos, inculcarles responsabilidad, valores y un alto sentido de su valía personal, en vez del maltrato, la excesiva protección y el suplir el afecto con cosas materiales las cosas serían diferentes. Esto no es ni bueno, ni malo, es comprensible que se hace lo que mejor se puede con la sabiduría y conciencia que tiene cada persona.

Entonces retomando el tema de la  culpa he observado que la autoevaluación que surge del sentimiento de culpa es destructora para el alma y la la autoestima, cuya sentencia concluye:  “He fallado como persona”.   La culpa no deja títere con cabeza- a ti mismo, a tus ancestros, a tu familia y a tu patria, a tus amigos en fin-…

Claro que el autocontrol tiene que ver con desarrollar la inteligencia emocional, la ética, valores y amor propio. Acá de lo que estoy hablando es de una culpa irracional inoficiosa que se inventa en la mente.

Recuerdo el  caso de un ejecutivo con grandes cualidades y valores que lo acompañaba un sentimiento de culpa constante que le decía, no eres bueno, no eres lo suficiente, no haces nada bien, no vales nada, no te mereces esto o aquello etc…  Se sentía culpable de lo que decía y no decía.  Al trabajar descubrió que cuando era niño recibió muchas críticas de su madre (claro su progenitora no lo hizo de manera consciente solo buscaba lo mejor para su hijo) y que esas voces de manera inconsciente retumbaban en su mente, como fantasmas.    Comprendió que su esencia era única y que poseía la libertad para aceptarse a sí mismo.

Durante el proceso de coaching ejecutivo que adelantamos  hizo conciencia de que las creencias de su madre, eran de ella, no de él y que era autónomo   para pensar y actuar diferente.  En el proceso de autodescubrimiento se  reconcilió con su “niño interior”.  Podría sonar  raro hablar del “niño interior”  en el ámbito corporativo, pero en todo individuo habita “un niño interior”.   Tal vez todo inicia por la reconciliación interior.

Mi cliente eligió transformar su observador interno y hacer conciencia de aquellos paradigmas que le saboteaban su vida adulta.    A menudo observo que en el ámbito laboral por esos paradigmas aprehendidos hace carrera el “analfabetismo emocional” y que hay personas que les cuesta reconocer que en su interior existe un “niño herido”, que se manifiesta en ocasiones en su comportamiento adulto.

A veces no es el adulto el que está actuando cuando grita, cuando actúa con celo, envidia, resistencia  cuando compite para acabar con otro, cuando mienten, cuando se quita a sí mismo, al actuar de manera inmadura.

Esto no significa que no pueda evocar a u “niño interior”.  Por el contrario es genial conectarse con (ese Yo interno) para crear y manifestar cosas fabulosas.   Eso es lo saludable.  Entonces cuando la culpa se apodera de las personas, como lo menciona, Riso, “látigo en mano el que se cree culpable va por la vida, lastimando su esencia hasta aniquilarla  y por ende aniquilando la de los otros”.  Pues nada lo hará sentirse bien y tampoco querrá que los demás la pasen bien.

Así las cosas, es saludable evaluar y asumir una responsabilidad adaptativa (equilibrada, racional y constructiva) o culpa (excesiva, originada en el miedo y orientada a castigarse uno mismo y a los demás).  Pensaría que es primordial y consciente que se haga consciencia de esas culpas que los ata a la escasez, al odio, al rencor, a la envidia, a los actos de violencia, a la crítica, al juicio y a la no aceptación de sí mismo y de los demás.

Si haces conciencia de la culpa y la tramita de manera positiva, crecerás emocionalmente. Tú espíritu será libre para construir un país en paz.   Ya que la paz se construye en los pequeños y bondadosos actos cotidianos.

Esto no quiere decir que exista una culpa que tiene que ver con los actos corruptos y criminales que afronta la  sociedad.  Acá estoy hablando de una culpa  irracional que te hace juzgarte por cosas como: estoy demasiado gordo, no soy bueno para…, no valgo lo suficiente, no soy capaz, no puedo hacer nada para… no soy inteligente… Esa culpa que te hace buscar afecto en las adicciones.

Para la salud emocional, física, mental y espiritual de un ser humano, es vital hacer conciencia de la responsabilidad adaptativa, que implica aceptar el error o la falta, buscar la reparación del daño y actuar con empatía y preocupación honesta hacia el damnificado.  La reparación es la responsabilidad adaptativa, es mucho más que pagar por el error, sostiene.

La consigna de una responsabilidad sana: “acepto mi responsabilidad, pero no me destruyo, no me insultó, no denigro de mi valía personal”.   Cuando en realidad tengas la intención de lastimar a alguien, entonces busca ayuda profesional.  Acá estamos hablando de aprender de los errores y trabajar en la sanación emocional del “niño interior”, de vivir una vida más sosegada y de aprender a amarnos, respetarnos y valorarnos.

 

La pregunta del Coach: giovannafuentes@yahoo.com

¿Eres consciente de que la culpa te sabotea la vida?

¿Qué te dices a ti mismo?

¿Eres un verdugo contigo mismo?

¿Eres consciente de que alimentas el sentimiento de culpa en tu vida?

¿Para qué te ha servido ese sentimiento?

¿Qué has aprendido de ella?

 

Coaching es el arte de hacer preguntas poderosas para que cada persona encuentre respuestas poderosas que lo llevan de un punto A a un punto B que lo apoyen a lograr resultados extraordinarios para convertirse en una mejor versión de sí mismo. Coaching no es para todo el mundo.  Solo para aquellos que valoran su vida y se comprometen con su despertar personal.

giovannafuentes@yahoo.com

 

 

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